22 de agosto de 2010

A las mujeres les atraen las carteras abultadas

No hace falta ver Sexo en Nueva York para constatar que a las mujeres les atraen las carteras abultadas (de dinero, malpensados). Sobre todo porque las protagonistas de semejante atentado cinematográfico al buen gusto no representan a las mujeres comunes. Pero basta echar un vistazo a la realidad para descubrir que, en efecto, en mayor o menor medida, las mujeres están programadas para sentirse atraídas por el dinero y los recursos de los hombres.

¿O acaso pensabais que los hombres se compran coches caros sólo para disfrutarlos ellos?

Aunque parezca una obviedad, vale la pena demostrar esta clase de cosas para que luego nadie pueda aducir que tal afirmación es machista o sesgada. Las mujeres otorgan el doble de valor que los hombres al as buenas perspectivas económicas.

Quizá alguno pueda pensar que ello tiene un componente claramente cultural: en un mundo dominado por los hombres, en el que los mejores puestos de trabajo son para ellos, a las mujeres no les queda otra que valorar más el dinero del futuro cónyuge.

Pero lo cierto es que, independientemente del contexto cultural, esta tendencia se produce en mayor o menor medida. Y además se produce en todo el planeta, como se preocupó de reflejar el psicólogo David Buss: preguntó a 10.047 personas de 37 culturas distintas en 6 continentes y 5 islas que van de Alaska al territorio zulú.

Otra tendencia que se halló de manera universal es que las mujeres prefieren hombres mayores que ellas, y daba especial importancia a la categoría social, la ambición y la diligencia. Por el contrario, los hombres daban una mayor importancia a la juventud y a la apariencia física.

Así pues, resulta difícil creer que todas estas tendencias respondan a arquetipos sociales, a modas o adoctrinamiento cultural. Más bien, lo que ocurre, es que la cultura en este particular se limita a reflejar los genes de los hombres y las mujeres, por eso la tendencia se produce en culturas tan distintas entre sí.

En otras palabras: no es cierto que los hombres posean la mayoría de la riqueza y por eso las mujeres buscan hombres con riquezas. Bueno, sí es cierto, pero no es preciso: lo preciso es decir que los hombres buscan con hacerse con la mayoría de las riquezas porque a las mujeres les atraen los hombres con riquezas. De la misma manera, las mujeres se afanan por parecer jóvenes y guapas (las de Sexo en Nueva York intentan esto hasta límites grotescos) porque saben que eso atrae a los hombres.

Esta dirección de causalidad nunca fue tan verosímil como la otra, aunque teniendo en cuenta las pruebas de universalidad, ahora resulta más verosímil. Según se dice, Aristóteles Onassis, que sabía un poco de dinero y de mujeres hermosas, dijo en una ocasión: “Si las mujeres no existieran, todo el dinero del mundo dejaría de tener sentido.

Así pues, podemos afirmar que la explicación de que las cosas sean como son es genética, pero la cultura, que emana también de los genes, refuerza la tendencia, como el pez que se muerde la cola. El entorno refuerza la naturaleza, no se opone a ella.

Por supuesto, para el despistado que no haya leído con atención el artículo, ahora no vale decir que él conoce a una mujer que no se siente atraída por el dinero de los hombres, o a un hombre que no persigue enriquecerse para seducir a las mujeres.

Todos estos procesos se desarrollan a nivel freático, de manera inconsciente, y que existan excepciones no invalida la tesis de que hay una clara tendencia biológica innata y universal hacia lo anteriormente expuesto. Porque yo también conozco a psicópatas que sólo disfrutan matando, o personas que nacen ciegas… o incluso seres extrañísimos a los que no les gusta el fútbol. Yo soy uno de ellos.

Vía | Cómo funciona la mente de Steven Pinker / La evolución del deseo de David Buss

Científicos de IBM consiguen crear el mapa del cerebro más detallado del mundo

Hasta ahora, el mapa neuronal más preciso que teníamos se había conseguido hace 2 años gracias a una técnica llamada Diffusion Spectrum Imaging (DSI). Pero científicos de IBM han conseguido ir mucho más allá, obteniendo un mapa del cerebro que muestra hasta tres veces más conexiones de las que mostraba el último mapa realizado.

El estudio se realzió sobre un macaco, y muestra 6.602 conexiones divididas en 383 regiones del cerebro, una información que permitirá conocer mejor cómo se trata la información en el cerebro.

Ahora tenemos una comprensión sin precedentes de cómo la información viaja y es procesada en el cerebro… Esto es un peldaño más en el camino de la investigación fundamental así como de la aplicada en el campo de la neurociencia y la informática cognitiva.

En otras palabras: no sólo empezaremos a comprender mejor el funcionamiento de distintas enfermedades neurológicas como el Alzheimer, el Parkinson o la epilpesia, también facilitará a los ingenieros que, a nivel informático, puedan mejorar los motores de búsqueda, las redes sociales y, en general, a optimizar el funcionamiento de Internet.

La felicidad es elástica

La felicidad es elástica
de Genciencia de Sergio Parra
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De la misma manera que una persona perpetuamente infeliz no es biológicamente factible, tampoco lo es una persona perpetuamente feliz (no buscaría maneras de mejorar su existencia y, por tanto, de progresar en un mundo cambiante y amenazador). Así pues, la búsqueda de la felicidad se asemeja un poco a la zanahoria que cuelga siempre a unos centímetros del belfo del asno.

La felicidad duradera es una quimera.

Muchos estudios, además, sugieren que nacemos con algo así como una cuota de felicidad determinada por el ADN. Podemos sufrir subidones de felicidad (encontrar pareja, ganar la lotería, etc.) o bajones de felicidad (quedarse sin trabajo, etc.), pero no tardaremos en regresar al nivel de felicidad después de este tipo de acontecimientos.

Así que nada proporciona La Felicidad. Ni siquiera los tan cacareados como el dinero, el amor o la salud.

En realidad, el segumineto de personas que han ganado la lotería y de pacientes con daños en la médula espinal revela que, al cabo de un año o dos, esas personas no son más felices ni más tristes que los demás. Nuestra sorpresa al saber esto proviene en parte de nuestra incapacidad para darnos cuenta de que hay cosas que no cambian. La persona que gana la lotería seguirá teniendo parientes con quienes no se lleva bien y quienes sufren una parálisis se seguirán enamorando.

Como el psicólogo Daniel Gilbert ha demostrado, cuando pensamos en las cosas que podrían suceder, tendemos a centrarnos sólo en lo más evidente. Además, no tenemos en cuenta nuestra capacidad para adptarnos a las circunstancias.

¿Entonces estamos atrapados en nuestra propia espiral genómica de felicidad? Hasta cierto punto. Podemos esforzarnos por cambiar nuestra concepción de la felicidad, por ejemplo.

Los estudios de gemelos idénticos y no idénticos demuestras que los gemelos idénticos tienen mayor tendencia a exhibir el mismo nivel de felicidad que los gemelos fraternos o los hermanos. Los genetistas de la conducta han empleado estos estudios para calcular cuántos genes importan y han llegado a la conclusión de que la felicidad duradera depende de un cincuenta por ciento de la idea fija que de la felicidad tenga la persona (y si la ha hecho realidad), en un diez por ciento de sus circunstancias (por ejemplo, dónde vive, cuánto dinero tiene, cuál es su estado de salud) y en un cuarenta por ciento de lo que elige pensar y hacer. Por supuesto, nuestras experiencias en la vida pueden cambiar nuestro estado de ánimo durante un tiempo, pero en la mayoría de los casos estos cambios son transitorios.

Vía | Conectados de Nicholas A. Christakis